En cierta ocasión algunos fariseos se le acercan al Señor Jesús queriendo comprometerlo en alguna palabra. Le preguntaron si era lícito dar tributo a César, o no. El Señor responde de una manera muy sabia, les dice: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.” La Biblia dice que los fariseos se maravillaban de Él. Hoy en día estamos tan pendientes de cumplir este mandamiento, ¿o no? La verdad es que la mayoría de nosotros si estamos pendientes de cumplir este mandamiento con el único problema que solo cumplimos la primera mitad. Todos sabemos las penalidades incurridas si no cumplimos nuestras obligaciones con el Estado Federal. Nadie quiere meterse en problemas con el Departamento de Impuestos y Rentas. Es impresionante como nadie se queja al recibir su pago de trabajo y ver que el gobierno le ha quitado la parte que le corresponda. Que diferentes son las cosas con el Señor. El gobierno demanda, Dios pide. El gobierno impone, Dios da. El Señor no demanda tu tiempo, simplemente te pide que estés con Él. Por eso la Palabra de Dios dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Que amor más grande tiene nuestro Señor para con nosotros. Sin embargo nosotros le entregamos las migajas de nuestro tiempo. Siempre tenemos una excusa por la cual no congregarnos en alguna Iglesia para adorar y honrar a nuestro Dios. El Señor nos advirtió que si ponemos primero el Reino de Dios y su justicia, todas las demás cosas vendrían por añadidura. Seguimos buscando las añadiduras cuando el secreto está en buscarlo a Él. Si estamos tan pendientes de cumplirle a César, ¿Por qué no ponemos el mismo énfasis en darle a Dios lo que Él se merece? Proponte que de ahora en adelante lo de César será de César y lo de Dios será de Dios. Medita en esto…