“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Que verdad más poderosa. Es impresionante como muchas personas al ser hechas libres de cualquier vicio o atadura, permiten que el mismo vicio los vuelva a esclavizar. Cuantas personas no hay que dicen: “yo puedo dejar de hacer esto cuando quiera…” Sin embargo, al intentar dejar de hacerlo les cuesta demasiado y eventualmente terminan regresando al mismo vicio que los tenia atados. Ser libre no es fácil, lo primero que tenemos que entender es que Él único que tiene las fuerzas para hacernos libres es El mismo que nos creó – Dios. El Salmista dice: “El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos…” Por lo tanto, ¿quién mejor para entender lo que estamos pasando y ayudarnos a salir adelante? Por eso el Apóstol Pablo dice “Estad, pues, firmes en la libertad con que CRISTO nos hizo libres…” Tu libertad está en recibir al Señor Jesucristo como tu Salvador personal y vivir para Él. Al permitir que Dios haga la obra redentora en nuestras vidas, tu vida cambia. Ahora no batallo en mis propias fuerzas, ¡sino que añado las fuerzas de un Dios sin límite de fuerza! ¡Imagina eso! ¡Tienes a tu disponibilidad las fuerzas que crearon todo lo que existe! La segunda cosa que tenemos que entender es que al tener el respaldo de las fuerzas ilimitadas de Dios, nos toca a nosotros permanecer firmes en la nueva libertad que Cristo nos ha entregado. Nosotros somos los que tenemos el poder dado por Dios a nuestras vidas para vencer las tentaciones. Ya lo que nos esclavizaba, no tiene fuerza ni autoridad sobre nuestras vidas porque Cristo nos hizo libres. No le regreses la autoridad al vicio. Por esta razón, la Biblia dice: “resistid al diablo, y él huirá…” ¡Cristo te ha dado la victoria, la autoridad y el poder para ser libre! ¡Camina en esa libertad y permanece libre en el nombre de Jesús! Medita en esto…